Page 69 - Discursos
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POR RAFAEL HERNÁNDEZ COLÓN
Es evidente, pues, que no se nos habrá de evaluar
únicamente en base a la visión del puertorriqueño
alzándose sobre su medio y dominándolo, sino por
nuestra contribución a los procedimientos mediante los
cuales este pueblo lucha por liberarse de las inequidades
de la vida moderna, de los gobiernos ineptos y del estéril
divisionismo ideológico.
II. El Carácter de Nuestro Liderato
La conciencia que tienen los puertorriqueños de
su destino y la confianza que han depositado en nosotros
como instrumento de su conquista del futuro, impone
demandas especificas sobre la calidad de este liderato.
Se espera de cada uno de nosotros la mayor rectitud
y dedicación para dirigir la administración publica de
nuestro gobierno. Debemos reflejar en nuestras acciones
el más alto grado de consistencia, a fin de que destile
el sentido de orientación decidida y seguridad en las
acciones que deben caracterizar nuestras decisiones.
Por supuesto, no podremos ser dogmáticamente
inflexibles ante la realidad de los hechos, por lo cual
debemos ser sinceros ante los errores y adscribirle
a nuestros programas la capacidad auto correctiva
necesaria. Nuestro liderato debe ser inspirador en el
sentido de demostrar la capacidad para proyectarnos
creadoramente, de imprimir sentido de propósito a esta
administración.
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Es evidente, pues, que no se nos habrá de evaluar
únicamente en base a la visión del puertorriqueño
alzándose sobre su medio y dominándolo, sino por
nuestra contribución a los procedimientos mediante los
cuales este pueblo lucha por liberarse de las inequidades
de la vida moderna, de los gobiernos ineptos y del estéril
divisionismo ideológico.
II. El Carácter de Nuestro Liderato
La conciencia que tienen los puertorriqueños de
su destino y la confianza que han depositado en nosotros
como instrumento de su conquista del futuro, impone
demandas especificas sobre la calidad de este liderato.
Se espera de cada uno de nosotros la mayor rectitud
y dedicación para dirigir la administración publica de
nuestro gobierno. Debemos reflejar en nuestras acciones
el más alto grado de consistencia, a fin de que destile
el sentido de orientación decidida y seguridad en las
acciones que deben caracterizar nuestras decisiones.
Por supuesto, no podremos ser dogmáticamente
inflexibles ante la realidad de los hechos, por lo cual
debemos ser sinceros ante los errores y adscribirle
a nuestros programas la capacidad auto correctiva
necesaria. Nuestro liderato debe ser inspirador en el
sentido de demostrar la capacidad para proyectarnos
creadoramente, de imprimir sentido de propósito a esta
administración.
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