Page 86 - Discursos
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DISCURSOS
transportación entre ambos países, la oportunidad de
lograr ese sueño se hace realidad todos los días para
miles de nuestros compatriotas.
A pesar de las fuerzas transculturales operantes,
el puertorriqueño mantiene su identidad propia, su
idioma y su cultura que lo hermanan con los pueblos
latinos de América.
El sentido de identidad está fuerte entre la
segunda y tercera generación de los puertorriqueños
que residen en Estados Unidos, que genera un afán
por encontrar sus raíces y su propio ser. Ello me
obliga a confesar que una de las mejores exhibiciones
de afirmación cultural puertorriqueña la vi en una
exhibición artística en el Barrio de los puertorriqueños
en Manhattan y en una escuela pública de Nueva York
donde se enseñaba a los pequeño en español por maestro
puertorriqueños; se colgaban de las paredes el Escudo
de Puerto Rico y cartelones con fotografías o dibujos de
nuestro próceres; y se cantaba nuestro himno nacional,
La Borinqueña, en el Salón de Actos.
Durante las últimas décadas, se ha ido
desarrollando un movimiento circulatorio creciente de
puertorriqueños que emigran hacia Estados Unidos
y de puertorriqueños que retornan a Puerto Rico que
impide identificar a nuestro pueblo de manera realista
a base de los que, en un momento dado residen en la
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transportación entre ambos países, la oportunidad de
lograr ese sueño se hace realidad todos los días para
miles de nuestros compatriotas.
A pesar de las fuerzas transculturales operantes,
el puertorriqueño mantiene su identidad propia, su
idioma y su cultura que lo hermanan con los pueblos
latinos de América.
El sentido de identidad está fuerte entre la
segunda y tercera generación de los puertorriqueños
que residen en Estados Unidos, que genera un afán
por encontrar sus raíces y su propio ser. Ello me
obliga a confesar que una de las mejores exhibiciones
de afirmación cultural puertorriqueña la vi en una
exhibición artística en el Barrio de los puertorriqueños
en Manhattan y en una escuela pública de Nueva York
donde se enseñaba a los pequeño en español por maestro
puertorriqueños; se colgaban de las paredes el Escudo
de Puerto Rico y cartelones con fotografías o dibujos de
nuestro próceres; y se cantaba nuestro himno nacional,
La Borinqueña, en el Salón de Actos.
Durante las últimas décadas, se ha ido
desarrollando un movimiento circulatorio creciente de
puertorriqueños que emigran hacia Estados Unidos
y de puertorriqueños que retornan a Puerto Rico que
impide identificar a nuestro pueblo de manera realista
a base de los que, en un momento dado residen en la
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