Page 121 - Discursos
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POR RAFAEL HERNÁNDEZ COLÓN
Ustedes, presente y futuro, no sólo del Partido
Popular Democrático sino del pueblo de Puerto
Rico, tienen esa encomienda; llevar honradamente,
respetuosamente, respetando el libre albedrío de cada
puertorriqueño, el programa del Partido Popular
democrático.
Y al hacerlo, conociéndoles, conociendo sus
sentimientos y su capacidad, no tengo duda que además
de llevar el programa del Partido Popular democrático,
llevarán luz a Puerto Rico, llevarán esperanza, llevarán
democracia, la democracia que les he dicho es la
esperanza de la voluntad, la creencia firme, profunda
y verdadera por la cual los partidos, el voto, la ley
electoral, todo este aparato exterior de la democracia
existe. Existe solamente, solamente, para proteger
esa esperanza interior de toda persona. La esperanza
legítima de poder hacer su voluntad sin perjudicar a
otro, sin hacerle daño a nadie, sin hacer sufrir a nadie,
pero legítimamente buscar lo que necesita, lo que desea,
lo que sueña.
Ustedes, por deseo propio y por grandeza de
sus corazones, han escogido la reflexión, han escogido
el diálogo iluminador, y a eso es que van: a dialogar, a
propagar la semilla buena.
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Ustedes, presente y futuro, no sólo del Partido
Popular Democrático sino del pueblo de Puerto
Rico, tienen esa encomienda; llevar honradamente,
respetuosamente, respetando el libre albedrío de cada
puertorriqueño, el programa del Partido Popular
democrático.
Y al hacerlo, conociéndoles, conociendo sus
sentimientos y su capacidad, no tengo duda que además
de llevar el programa del Partido Popular democrático,
llevarán luz a Puerto Rico, llevarán esperanza, llevarán
democracia, la democracia que les he dicho es la
esperanza de la voluntad, la creencia firme, profunda
y verdadera por la cual los partidos, el voto, la ley
electoral, todo este aparato exterior de la democracia
existe. Existe solamente, solamente, para proteger
esa esperanza interior de toda persona. La esperanza
legítima de poder hacer su voluntad sin perjudicar a
otro, sin hacerle daño a nadie, sin hacer sufrir a nadie,
pero legítimamente buscar lo que necesita, lo que desea,
lo que sueña.
Ustedes, por deseo propio y por grandeza de
sus corazones, han escogido la reflexión, han escogido
el diálogo iluminador, y a eso es que van: a dialogar, a
propagar la semilla buena.
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