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POR RAFAEL HERNÁNDEZ COLÓN

Es la contemplación de estas esencias, tiempo y
espacio, vida y muerte, la que nos permite comprender
completamente el significado de la igualdad humana y,
por ende, la verdadera naturaleza de la democracia.

LA ESENCIA DE LA DEMOCRACIA
ES LA IGUALDAD

Ser demócrata es quien cree, sin dudas y sin
excepciones, en la igualdad de los hombres y el valor de
cada ser humano.

Todo el aparato visible de la democracia, el derecho al
voto, la ley electoral, los reglamentos electorales, la división
de poderes, los pesos y contrapesos en el gobierno que nos
protegen de los excesos y de los abusos. Todo esto es la parte
exterior de la democracia, la armadura que protege el interior
de la democracia, el centro de la democracia, el corazón de la
democracia. El centro de democracia que no es nada más, ni
nada menos, que un corazón, un sentimiento de la igualdad
de todos ante la inmensidad del tiempo y el espacio, ante la
grandeza de la vida y de la muerte.
Una igualdad ante Dios, ante el Dios creador.

La democracia es un tesoro porque es el
descubrimiento de los hombres para poder bregar con
ese misterio de la vida, la diferencia y la igualdad.

Por eso la democracia, donde existe, se cuida, se
protege. . . y donde no existe se anhela. Es la esperanza

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